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Arte con raíz en la Tierra







Una mañana del 6 de noviembre del 2008, llegaba a Chapingo, México, para representar a mi país en la Primera Bienal de Arte contemporáneo 08”Arte con Raíz en la Tierra”, organizada por la Universidad de Chapingo, Institución educativa de trayectoria nacional e internacional, dedicada plenamente a enseñar el cultivo de la tierra y del hombre.

El evento se llevó a cabo del 7 al 19 de noviembre del 2008  en las instalaciones de la Universidad, situada en el municipio de Texcoco, estado de México y abarcó las disciplinas de pintura, escultura, videoarte, diseño gráfico e instalación.






En esta muestra, expuse Serie de “Jeroglíficos en bajorrelieve”
Y realicé talleres de plástica, para jóvenes y niños. 
Además de la gratificante experiencia de representar a mi país con artistas de todo el mundo, tuve la oportunidad de descubrir la belleza y espiritualidad de México. 

Encontré personas muy cálidas, serviciales y amables. 


Cuando Jorge Días Rivera, coordinador general de la Bienal, me invitó a participar, me comentó que querían una Bienal de espíritu humano y una participación noble y creativa. 
Justamente es lo que encanté y más, fue una experiencia muy rica en tema de Arte. 


Las obras que se presentaron eran de altísimo nivel. 
Sergio Prata, artista brasileño, obtuvo el primer lugar en la categoría de pintura, por su obra "Serie Trifásica". 
Me encantó su obra, se podía ver de tres formas distintas. Un mismo cuadro contenía tres mensajes. Los descubrías cambiando de luz. 


Tuve la oportunidad de convivir con artistas de otros países, pudiendo compartir las vivencias de su arte y su amistad. 
Entre algunos de ellos, realizamos una escultura en piedra, dirigidos por Roberto Franco Sánchez, escultor, ganador del segundo premio en escultura. 
Y con su dirección pude de plasmar en piedra, uno de mis Jeroglíficos. 


Visité las tierras de sus antepasados, tan rica en belleza, en magia, mística y sabidurías milenarias. La ciudad de Texcoco, lugar de profunda herencia prehispánica y cuna del rey poeta Nezahualcóyotl (1402-1472), quien además de sus dotes de estadista, arquitecto, teólogo y astrólogo les legó la belleza perdurable de sus versos: 
“¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?/ No para siempre en la tierra, sólo un poco aquí” 


Y muy cerca se encontraba Teotihuacán (“lugar de los dioses”), imponente centro ceremonial de los antiguos mexicanos, donde el visitante puede sentir o hacer suyo el silencio fundacional que transmite la Calzada de los Muertos y admirar la intensa cosmovisión mágica de las pirámides del Sol y la Luna. 


Quedé impresionada por la Universidad Autónoma de Chapingo. 
La UACh es una institución pública que imparte educación media superior y y que proporciona a sus educandos (que provienen en un considerable porcentaje de las áreas rurales de todos los estados del país), gratuitamente, un sistema de servicios educativos y asistenciales, que son una magnífica oportunidad para que los alumnos se dediquen de tiempo completo a las actividades académicas, culturales, deportivas y recreativas. 
Chapingo está dedicado plenamente a enseñar el cultivo de la tierra y la del hombre. 
Se respiraba entre los jóvenes, respeto, amabilidad, orden y paz. 
Y pensé que bueno sería tener en el interior de mi país, una facultad similar.. 


Además Chapingo cuenta con un patrimonio muralística de alcance internacional. En ese sentido, habría que mencionar la obra maestra que pintara en 1927 Diego Rivera, en el interior de la capilla Riberana, ubicada en el edificio de rectoría; mural que permitió a Rivera plasmar una verdadera epopeya plástica y colorista en homenaje a la tierra y a los hombres y las mujeres que forjan y anhelan destinos más promisorios para la humanidad toda y a la vez, dos recientes e importantes expresiones muralística, una del mexiquense Luis Nishizawa y otra de Jorge Díaz Rivera, ésta titulada Sinfonía de la Madre Tierra. 

Gracias a todos los que hicieron posible este evento. 
Y por permitirme ser parte de él. 

Cecilia Scaffo























Cartas a Dios




El lenguaje secreto del espíritu.


"Cuando la mente explora el símbolo, se ve llevada a ideas que yacen más allá del alcance de la razón."
         C.G. Jung.



En los últimos años he trabajado en una escritura que da lugar a composiciones y sistemas simbólicos. Nacieron de una forma automática que me permitió traspasar mi universo interior, abstracto, espontáneo y creativo.

El automatismo es el resultado de procesos mentales que no provienen de pensamientos consientes. Aunque parezca contradictorio, con el automatismo uno se olvida del resto del mundo, incluido el propio acto automático. Pero no son inconscientes en su totalidad, ya que surgen aspectos técnicos como el color y la composición, pensamientos y sentimientos.
Me dejo llevar por la simbología, investigando con diferentes materiales, que me permitan llevar al espectador a su mejor lectura.

El arte para mí ha sido una constante evocación simbólica de la naturaleza, es un soñar con un nuevo mundo.  Mi vocación artística, es también una vocación religiosa.

La historia del simbolismo, demuestra que todo puede tener una significación simbólica: los objetos naturales, los artificiales e incluso formas abstractas como los números o las figuras geométricas. 
El hombre los expresa en la religión, en las artes visuales.
El símbolo es el lenguaje del espíritu y por ello debió aparecer mucho antes de que el hombre desarrollara una consciencia intelectiva. Representa además algo más que su significado inmediato. Añade un nuevo valor a un objeto o acción: un contenido espiritual.

Los invito a tomar contacto con mi escritura mística, en las páginas del "Códice IV" y sus personajes en forma de símbolos. 
En algunas ocasiones encontrarán seres simples y en constante movimiento que nos muestran quiénes son y lo que hacen.
Ellos danzan, se abrazan, se entrelazan, hablan, cantan, cuentan historias.
Pero no se pueden leer todo de un golpe, tenemos que dejar que nos guíen.

Son mis cartas a Dios, mi otra forma de orar.

Cecilia Scaffo









“Códice IV”,  página1
óleo sobre lienzo
22 x 20 cm








“Códice IV”,  página 2
óleo sobre lienzo
22 x 20 cm











“Códice IV”,  página 3
óleo sobre lienzo
22 x 20 cm










“Códice IV”,  página 4
óleo sobre lienzo
22 x 20 cm









“Códice IV”,  página 5
óleo sobre lienzo
22 x 20 cm






“Códice IV”,  página 6
óleo sobre lienzo
22 x 20 cm







“Códice IV”,  página 7
óleo sobre lienzo
22 x 20 cm







“Códice IV”,  página 8
óleo sobre lienzo
22 x 20 cm










“Códice IV”,  página 9
óleo sobre lienzo
22 x 20 cm







“Códice IV”,  página 10
óleo sobre lienzo
22 x 20 cm











“Códice IV”,  página 11
óleo sobre lienzo
22 x 20 cm










“Códice IV”,  página 12
óleo sobre lienzo
22 x 20 cm












“Códice IV”,  página 13
óleo sobre lienzo
22 x 20 cm











“Códice IV”,  página 14
óleo sobre lienzo
22 x 20 cm







“El arte creador que el alma tiene la suerte de alojar, no se identifica con aquel arte que por esencia es Dios, sino es solamente una comunicación y una participación del mismo.

Por eso el artista, cuanto más consiente de su don, tanto mas se siente movido a mirar hacia sí mismo y  hacia toda la creación, con ojos capaces de contemplar y aprender, elevando a Dios su himno de alabanza.
Sólo así puede contemplarse a sí mismo, su propia vocación y su misión.”
Juan Pablo II
(Fragmento de “Cartas a los Artistas”, 1999)